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La masonería también es cosa de mujeres

 

Las mujeres francmasonas procedemos de muy diversos horizontes ya que pertenecemos a distintos ámbitos socio-profesionales. No todas somos grandes personalidades como lo fueron nuestras predecesoras Clara Campoamor, Victoria Kent o Margarita Nelken quienes contribuyeron a una de las mayores revoluciones de nuestra sociedad en el siglo pasado al luchar por nuestros derechos y libertades. Pero como ellas, nosotras también somos mujeres comprometidas, dispuestas a reflexionar y a trabajar juntas porque nos unen los mismos valores morales y las mismas inquietudes y cada vez somos más numerosas, tanto en logias mixtas como en logias exclusivamente femeninas.

 

Nuestros principios fundamentales de ética comunes  son básicamente: la libertad de pensamiento, la solidaridad, el respeto, la humildad, y especialmente la tolerancia, un valor irrelevante en nuestra sociedad que no siempre acepta las diferencias ideológicas y los errores ajenos. Estos valores son nuestras principales reglas de conducta y marcan nuestras acciones. En los talleres del Gran Oriente de Francia, uno de los principales objetivos es intentar incrementar en la sociedad actual nuestros valores  a fin de orientar el comportamiento humano hacia una sociedad más justa, más tolerante, más solidaria y más igualitaria.

 

Nuestros temas de predilección versan sobre  cuestiones de índole social como por ejemplo la laicidad, la igualdad u otros temas filosóficos diversos pero rechazamos toda afirmación dogmática y todo fanatismo. Fomentamos el entendimiento y el saber escuchar de forma respetuosa a los demás, aceptando sus diferencias y respetando las opiniones que difieren de las nuestras. La confrontación de nuestras ideas que expresamos con total libertad no sólo contribuye a nuestro enriquecimiento personal sino que también acentúa nuestro compromiso de lucha para una sociedad más justa, más condescendiente  y más igualitaria.

 

Desde mi ingreso en la orden he visto enriquecidos mis principios y valores, especialmente el respeto, la tolerancia y la honestidad.   Nuestras logias son un lugar privilegiado para la adquisición de estas enseñanzas y conocimientos. Y la riqueza del intercambio personal se debe a la diversidad de los puntos de vista ya que nuestra apertura de espíritu nos aleja de las asociaciones sectarias, confesiones religiosas o partidos políticos. No estamos enclaustrados en ninguna ideología ni nos consideramos en posesión de una única verdad ya que ejercitamos una saludable autocrítica.

 

Nosotros y nosotras, los francmasones, formamos una gran familia solidaria, igualitaria, comprometida, en la que, por encima de todo siempre reina la amistad y el respeto.

 

 

¿Por qué?


Es una pregunta que nunca me he hecho, mi padre era Franc Macon y desde muy pequeña asistía a los encuentros llamados fraternales en los cuales participaban las familias. Recuerdo esos encuentros con mucho cariño y admiración, la solidaridad entre sus miembros trazo mi camino y es así como naturalmente ingresé en Franc Masonería, creo que la tengo en mis genes. Y no me equivoqué, he encontrado aquello que tanto busque en el mundo profano. Hoy, 18 años después de mi ingreso puedo decir que nunca me he arrepentido, es mi espacio personal en el cual encuentro un mundo fraternal, solidario y libre pensador.


Orgullosa de compartir  ideas y momentos privilegiados con aquellos que con cariño llamo mis hermanos  y además con grandes hombres y mujeres que han marcado para bien la sociedad en la que vivimos.

 

Creo que cada día avanzo en mi búsqueda personal e intelectual.
“Con el corazón porque con los ojos no se ve”

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